“¿Cómo puedo ingresar el dinero de mis ahorros sin pagar tanto impuesto por la transferencia en mi país de origen?”,
pregunta un extranjero hispano a un asesor bancario, quien con paciencia y profesionalismo le explica el tema de las remesas o divisas que se transfieren electrónicamente de un país a otro, operación que dependiendo del país emisor y el receptor, cambia de requerimientos y costos.
Aunque muchos inmigrantes ya tienen claro cuando ven en las redes sociales, que al llegar aquí deben sacrificarse más de lo esperado para comenzar a ganar en dólares, nunca faltan otros que creen que es más fácil, y que realmente el flujo de dinero es inmediato y se puede enviar en un sobre al país de origen.
Si algo ha sido evidente con la crisis migratoria y la llegada de nuevos migrantes bajo cualquier estatus al país, ha sido el aumento en la cantidad de remesas.
Por décadas, Estados Unidos ha sido el principal remitente de remesas hacía América Latina.
El envío mediante transferencia electrónica de dinero al extranjero aporta a los países de la región un 2,5% del Producto Interno Bruto según los reportes del Banco Interamericano de Desarrollo.
Estas remesas representan un indicador importante de la dinámica de la economía no sólo en el país sino también en las naciones a donde los inmigrantes envían dinero a sus familias.
En muchos países, el nivel de remesas recibidas supera la inversión directa extranjera, beneficiando a millones de familias que no tienen más opción para subsistir.
El año pasado, las transferencias electrónicas de dinero hacia América Latina superaron los 160 mil millones de dólares.
Los pronósticos para este año advierten que los envíos de dinero seguirán creciendo a pesar de los intentos fallidos del gobierno para controlar la migración y las implicaciones fiscales que varían según el país o estado desde el que se envía el dinero, el propósito, el país hacia el que se envía, la cantidad, y si se envía a una persona o a una entidad comercial.
El aumento continuo en la migración representa también más población, más flujo de dinero que se envía, y la aparición de nuevos emisores de remesas.
Es por eso que muchos estados, entre ellos La Florida, habían propuesto imponer un impuesto a las remesas.
Con el argumento de desalentar la migración irregular y el envío de dinero aumentando los costos de transacción, esta iniciativa no prosperó y parece que por ahora ha quedado postergada.
Aunque los cambios políticos y de regulación no parecen afectar mucho la dinámica de las remesas, las políticas de control migratorio y la limitación de los migrantes para acceder rápidamente al mercado laboral, podría impactar su crecimiento, y representar un reto para las economías de la región latinoamericana.
Los expertos plantean la necesidad de cada vez flexibilizar más y no de restringir tanto.
Este tema además de importante genera muchas diferencias y debe ser tratado con cautela debido a que la flexibilidad, sin regulación puede ser un riesgo para el flujo irregular de dinero.
Siempre será mejor y más seguro, transferir el dinero de un lugar a otro cumpliendo con todas las regulaciones existentes.
Por Omaira Martínez Cardona – Periodista Colombiana
oma66co@gmail.com
Imagen: Fortuna
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