La confianza consiste en creer y confiar que una persona es capaz de actuar correctamente. Se puede medir en función de las acciones y de los valores. Mientras que la credibilidad es la capacidad de generar confianza.
Generarla y ganársela de otros o tener confianza para asumir los retos cotidianos, sigue siendo una de las preocupaciones en el mundo moderno, cada vez más dividido y desconfiado, pero también más necesitado de generar condiciones y entornos confiables para el relacionamiento social, económico y político entre los ciudadanos y las naciones.
Confiar más allá del sentido filosófico y espiritual que tiene, es creer con certeza en la versión que se tiene de la verdad, en unas habilidades o en un propósito.
Aunque parece sencillo, lograr la confianza necesaria en sí mismo o en los demás, es un proceso complejo que exige coherencia entre los principios y valores con los que se crece y las actitudes que se asumen en la convivencia.

La confianza y la credibilidad son cercanos.
Generalmente quien genera mayor credibilidad, es a quien más se cree y se confían desafíos, decisiones y opiniones importantes.
En el ámbito político, el proceso de ganarse la confianza de los electores es en última instancia, el más retador para los políticos que aspiran a gobernar un estado.
Cada número en una encuesta de credibilidad es además un voto de confianza que no debería terminar en decepción.
El límite entre la confianza y su opuesto, la desconfianza, es frágil y evidencia la vulnerabilidad de los seres humanos al momento de relacionarse y de administrar poder.

Hay gobernantes que se extralimitan y actúan tan confiados no en sus capacidades, sino en lo que pueden lograr con el poder que se les confía, que se les sale de las manos y terminan cayendo en niveles de corrupción e incoherencia política que los llevan a perder toda credibilidad.
La principal amenaza de la confianza es la mentira que es la evidencia más contundente de la incoherencia entre los principios, las ideas y las acciones.
Por supuesto cuando la verdad se revela sobre la mentira, la confianza se desploma y la credibilidad se desvanece como si nunca hubiera existido.
No en vano, la tradición popular dice que cuando la confianza se rompe, es como una porcelana, se puede restaurar, pero nunca será igual.
Lo que sí está confirmado en el ámbito social es que el primer paso para generar confianza es confiar en sí mismo, creérsela como se dice comúnmente.

Quien no cree en sí mismo y tiene vacíos en su autoestima, siempre estará buscando artimañas para llamar la atención y ganarse la confianza de los demás.
La confianza es un valor con el que se nace y que todos tenemos la posibilidad de potenciar.
No existe un manual de instrucciones para ganarse la confianza de otros, ni tampoco se encuentra o se puede conseguir en los likes de las redes sociales.
Bienaventurado quien no ha sufrido una decepción porque confío en lo que no debía o en quien no debía, creyó o fracasó en su potencial, habilidades o en algún propósito.
Lo importante es continuar, hay que seguir confiando y dar nuevas oportunidades para que el mundo no sea más invivible de lo que ya parece.
Por : Omaira Martínez Cardona – Periodista Colombiana oma66co@gmail.com
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