Comer saludable en Estados Unidos se percibe como mucho más costoso, y los precios de los comestibles frescos como frutas y verduras han subido significativamente.
El alto costo de Comer saludable no se debe a una sola causa, sino a una compleja combinación de factores económicos, climáticos y políticos.
Irónicamente, los alimentos menos saludable a menudo son más baratos por caloría que las opciones frescas, una disparidad que se ha agudizado en los últimos años.
¿Por Qué han Subido Tanto los Precios?
- Costos Laborales Elevados: Las frutas y verduras son lo que se conoce como «cultivos especializados» y requieren mucha mano de obra para su siembra, cuidado y cosecha. El aumento de los salarios agrícolas y la escasez de trabajadores en el campo incrementan directamente el costo de producción, un gasto que se traslada inevitablemente al consumidor en el supermercado.
- Eventos Climáticos Extremos: El cambio climático está teniendo un impacto directo y severo. Sequías prolongadas en estados agrícolas clave como California, inundaciones o heladas inesperadas en lugares como Florida pueden arruinar cosechas enteras. Cuando la oferta de productos como lechugas, tomates o bayas disminuye drásticamente, los precios de lo que queda se disparan.
- Problemas en la Cadena de Suministro: Desde la pandemia, la cadena de suministro global ha mostrado su fragilidad. El aumento en los costos del combustible diésel encarece el transporte de los productos frescos desde las granjas a los centros de distribución y finalmente a las tiendas. Además, la escasez de camioneros y otros trabajadores logísticos añade más presión a los precios.
- Inflación General: La inflación que ha afectado a toda la economía también impacta en los alimentos. El costo de los fertilizantes, la maquinaria agrícola, el empaquetado y la energía ha subido, y los agricultores y productores deben reflejar esos aumentos en sus precios para poder mantener sus negocios.
La Paradoja: ¿Por Qué la Comida Procesada es Más Barata?
Aquí es donde las políticas gubernamentales juegan un papel crucial.
- Subsidios Agrícolas: El gobierno de EE. UU. subsidia fuertemente la producción de «cultivos básicos» o commodities como el maíz, la soja y el trigo. Estos no son los productos que comemos directamente del campo, sino los que se utilizan para crear una infinidad de alimentos procesados (jarabe de maíz de alta fructosa, aceites vegetales, harinas refinadas) y para alimentar al ganado.
- Economía de Escala: Estos subsidios hacen que las materias primas para la comida chatarra y los alimentos ultraprocesados sean artificialmente baratas y abundantes. Las grandes corporaciones alimentarias pueden producir estos productos en masa, con una larga vida útil y a un costo muy bajo, una ventaja que las frutas y verduras frescas y perecederas no tienen.
En resumen, mientras que los precios de las verduras y frutas reflejan los costos reales y crecientes de la mano de obra, el clima y el transporte, los precios de los alimentos procesados se benefician de un sistema de subsidios que abarata sus ingredientes básicos. Esto crea una distorsión en el mercado que, lamentablemente, hace que la opción menos saludable sea a menudo la más asequible para muchas familias.






