Qué modales…
Por Omaira Martínez Cardona – Periodista Colombiana
Recientemente en lo que pensé podría ser un momento de integración familiar, quedé sorprendida cuando en la sala de estar, seis adultos de una familia y dos niños que aparentemente se reunían frente al televisor para compartir una película infantil, agacharon su cabeza y fijaron su mirada en sus respectivas pantallas, los adultos en su celular y los niños en las tabletas hasta que la película terminó y ninguno se enteró.
Qué escena tan patética pensé mientras recordaba con nostalgia mi infancia, sin tanta tecnología adictiva y con más espacios para compartir las historias del día a día en el trabajo y la escuela.
Aquellas eran épocas en las que el tiempo parecía transcurrir despacio y se aprovechaba más cada oportunidad para el encuentro. Ahora han cambiado las dinámicas, los dispositivos electrónicos son el integrante más importante de la familia. Ya son muy pocos los espacios cotidianos libres de dispositivos.
En los tiempos de antes se cumplía con los hábitos de cortesía, urbanidad y buena educación. Ahora, el primero en pasar a la mesa en el momento de la cena es el dispositivo, y ya es costumbre que cada uno se concentre en su pantalla, mientras toma su alimento.
“Mami, porqué yo no puedo ver mi tableta si mi papi y tu están viendo el celular?, preguntaba decepcionada una niña de 4 años entre sollozos.
Otra escena que se repite con total aceptación en la vida cotidiana actual. Las pataletas o disgustos de los niños de antes que lloraban y gritaban porque no les daban un dulce o un helado, fueron reemplazadas ahora por la restricción a usar el celular o la tableta en ciertos espacios públicos o momentos para compartir.
Aunque los niños de ahora están creciendo en un mundo digital que deben aprovechar, también debe limitarse su dependencia.
Es importante retomar la importancia de los buenos modales y la cortesía en espacios para la integración, la conversación y el entretenimiento. Como muchas veces lo he repetido, no se trata de estigmatizar, ni de rechazar la tecnología, el acceso a internet y las redes sociales, sino de racionalizar su uso para que sea adecuado, productivo y eficaz, sin crear adicción ni dependencia.
Los niños de antes que somos los adultos de ahora tenemos más competencias para sobrevivir sin depender de la tecnología, mientras que las nuevas generaciones dependerán totalmente de la tecnología.
En Florida, entró en vigor una ley que establece un programa piloto en seis distritos escolares para probar la prohibición del uso de teléfonos celulares en escuelas preparatorias durante el horario escolar, con el propósito de fomentar un ambiente de aprendizaje más adecuado, y promover una mayor interacción social entre los estudiantes.
Alabama, Arkansas, Nebraska, Dakota del Norte, Oklahoma y Virginia Occidental son otros estados que ya aprobaron leyes que limitan el acceso a los dispositivos móviles en la escuela.
Sería interesante recuperar los buenos modales también en el hogar, restringiendo el uso de dispositivos móviles en los espacios familiares para restablecer también las relaciones con hábitos como el de conversar, reír, intercambiar experiencias, aprendizajes y emociones.
Los niños son el resultado del ejemplo que ven en sus padres. Hay esperanza de que los niños del futuro sean más humanos y menos robotizados si desde casa se da ejemplo concertando límites a la dependencia de la tecnología.

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