De acuerdo con las proyecciones que desde hace varios años hace la Federación Nacional de Minoristas, (NRF por sus siglas en inglés), una asociación comercial que reúne a los miembros de la industria minorista de Estados Unidos,
Se espera que para el Día de San Valentín este año, los consumidores gasten un récord de 27 mil 500 millones de dólares, superando las ventas del año pasado.
De acuerdo con las proyecciones que desde hace varios años hace la Federación Nacional de Minoristas, (NRF por sus siglas en inglés), una asociación comercial que reúne a los miembros de la industria minorista de Estados Unidos, se espera que para el Día de San Valentín este año, los consumidores gasten un récord de 27 mil 500 millones de dólares, superando las ventas del año pasado.
Más allá del consumo desmedido y lo comercial, vale la pena aprovechar una nueva celebración de una de las fechas más comerciales en el país, para llamar la atención sobre la necesidad de fortalecer la pedagogía del amor en medio de tantas diferencias y desacuerdos en un contexto mundial cada vez más polarizado.
Aunque suene cursi, el amor que es una de las emociones más universales puede ser el arma más poderosa para transformar las diferencias en oportunidades, para evolucionar y progresar. Suena y parece sencillo, pero contradictoriamente la tendencia actual es que esta sencilla pero poderosa palabra es una de las menos practicadas en el cada vez más humanizado mundo actual tan agobiado por tantas situaciones que ponen a prueba la vulnerabilidad de las personas en el manejo y expresión de sus emociones.
Hace algunos años tuve la fortuna de un primer acercamiento a la Pedagogía del Amor, una propuesta educativa que se fundamenta en la afectividad en el proceso de enseñanza- aprendizaje y en el desarrollo integral de las personas mediante el amor propio y el amor a los otros para dar sentido a una vida tranquila y feliz.
Desde mi experiencia, puedo asegurar que esta propuesta transforma la manera de ver, entender y convivir en el mundo sin que nos agobie. Mirar el amor más allá del sentimiento y la manifestación de afecto hacia quienes sentimos que amamos, es evolucionar porque nos permite aceptar, respetar y entender a los otros, a quienes son, piensan y actúan de manera diferente.
No hay que confundirse porque no se trata de una visión romántica de la vida en la que todo transcurre en paz y sin desacuerdos. Al contrario, es aprender a convivir desde la diferencia adquiriendo y compartiendo saberes, habilidades y competencias para enfrentar la vida y las circunstancias. Reconocerse a sí mismo es el primer paso para aceptar, reconocer, convivir y progresar con los otros a pesar de las diferencias. Es dar sentido a lo que significa el verdadero amor al prójimo.
Transformar los temores, las inseguridades y la falta de amor propio es un proceso complejo pero posible. Es un camino seguro hacia una existencia más plena y feliz. Es momento de superar los temores, la desesperanza y el lenguaje del odio por relaciones más respetuosas con un lenguaje más positivo y optimista. La Pedagogía del Amor no es un cuento de hadas, es una oportunidad para darle otro sentido a la vida y hacer del mundo diverso un lugar para una convivencia más pacífica.

Por Omaira Martínez Cardona – Periodista Colombiana