Esperando ver cada vez más noticias positivas e historias conmovedoras de mujeres con motivo de la celebración del Día Internacional de La Mujer, quedé sorprendida cuando por redes sociales y medios informativos
se divulgaban los actos de vandalismo en México, Colombia y otros países, donde cada vez es más frecuente escudarse en el derecho a la protesta y las marchas pacíficas para extralimitarse.
A más de 18 mil dólares que equivalen a unos 77 millones de pesos colombianos ascendieron los daños económicos de los actos vandálicos ocasionados por mujeres durante las marchas del Día de La Mujer al sistema de transporte masivo en Bogotá, Colombia. Eso sin contar los desastres causados a varios de los símbolos del patrimonio cultural en otras ciudades como Medellín y Bucaramanga. ¡Qué vergüenza!, una vez más sentimos pena ajena y dolor de patria por tan distorsionada representación de lo que debería significar reconocer los derechos y el valor de las mujeres.
De acuerdo con los registros de las Naciones Unidas, es justo en los países de América Latina y El Caribe, donde se presentan los más altos índices de feminicidios, encabezando la lista Brasil, México, Honduras y Colombia. Lo más alarmante es que en promedio un 45% de estos crímenes son perpetrados por violencia doméstica, siendo las parejas los victimarios.
La cultura es la que determina los patrones de conducta que no son un asunto que se fundamente sólo en el género. A estas alturas, en la era digital, las diferencias de género son mínimas en la práctica. Afortunadamente y gracias a la gestión y liderazgo de las mujeres que lograron la igualdad en los derechos ciudadanos de las mujeres, hoy no es necesario insistir en esos movimientos feministas radicales. Los derechos civiles y sociales deben respetarse equitativamente, sin distinción de género. Es de la cultura en la que se creció de donde se heredan los patrones de conducta que los estigmatizan a ellos como machistas y a ellas como feministas.
La excusa de que la mujer es la subyugada, avasallada y dominada, ya está en extinción. Todos, hombres, mujeres, independiente de su género tienen derecho a defender sus derechos, pero acogiéndose a lo que legalmente, y constitucionalmente está permitido. No se trata de desestimar el reconocimiento a las mujeres, pero no hacerlo mediante estas acciones que no nos representan.
El vandalismo es una conducta destructiva totalmente intencional que se manifiesta en actos hostiles injustificados hacia posesiones públicas o de otros. En muchos países es considerado un delito y como tal quienes lo cometen pueden ser judicializados. ¿Quién dijo que destruyendo un bien público o una obra de arte, se logra reclamar un derecho? Vandalizar una de las obras del artista Fernando Botero es evidencia del completo desconocimiento del arte colombiano y de lo que el autor quiso representar con el volumen de los cuerpos en sus obras.
El verdadero reconocimiento de los derechos de las mujeres, los hombres y al final, de todos los ciudadanos, debe centrarse en promover más actos de respeto y menos acciones violentas y vandálicas.

Por Omaira Martínez Cardona – Periodista Colombiana