No hay duda que tenemos mucho por hacer y compromisos por cumplir, a pesar o a favor de los años que nos quedan.
Difícil es saber cuánto tiempo nos queda para realizarlos y cumplir con todos los compromisos. Obvio que cada uno de nosotros tiene su propia estrategia para cumplirla.
Es importante ver la posibilidad de que vivamos más de lo planeado. Hoy en día vemos personas que fácilmente están llegando a los 80, 90 y por qué no a los 100.
¿Por qué digo tantos?
Fácil, Dios lo dispondrá y será mucho más para aquellos que cumplan con sus principios y compromisos. Por qué no. He ahí la trascendencia de nuestras acciones si contamos nuestro tiempo, con optimismo. No dejo de continuar con mi docencia de inglés y español, escribiendo para El Hispano semanalmente, miembro de dos organizaciones: una de ellas la universidad y otra dependiente del Condado de St. Lucie. Por ello debo continuar dando lo mejor.
Y qué tal las promesas para nuestros hijos, para la bella madre, para nuestra iglesia, las escuelas, en fin todas las organizaciones o personas que en alguna forma nos ayudaron, para lo que hoy somos.
Que tal el de una bella madre que al iniciar un nuevo día queda sorprendida con el tipo de sorpresa que alguien le tiene. Si, ella comprende muy bien que a su corta edad él no tiene capacidad económica para traerle un regalo, ya que ello requiere dinero y de ser cierto, ella lo considera un imposible.
Como bella madre, su mejor sorpresa, es que todos los días la despierte con un beso o algo excepcional, una taza de café en una mañana fría. Eso la deja feliz, asombrada de su bello hijo. Pero un regalo, parece imposible. Ella lo duda pero aun así se encuentra asombrada de algo que ella no sabe que pueda ser. Pero es que a veces no llegamos a entender cómo nuestros hijos nos pueden dar sorpresas que nos dejan amándolos más, no por el regalo, no, por lo que él o ella sacrificaron con el producto de su trabajo, de varias semanas, para hacer feliz a la bella madre.
Les traje un recorte del artículo de Quora:
“I am so proud of my son. He is such a good kid. He may have his days but OMG what 13-year-old kid do you know that buys his mom a car… William, I love you son, and thank you. You have such a big heart and I love you.”
Si, un carro a sus 13 años. Credit: Krystal June Preston
Sé que todos tenemos recuerdos de lo que dejamos de hacer, por diferentes razones.
No debió ser así, pero sí como la de William. A tan tierna edad. Con o sin dinero, pero lo cumplió. Ahora recuerdo lo que me pasó cuando era niño. Para la celebración del Día de la bella Madre todos los niños debíamos traer un regalo para entregar al final de la ceremonia del día.
Nosotros, todos los niños, no contábamos con dinero para comprar algo para nuestra bella madre. Quedaríamos mal que en el momento de entrega de regalos no les dieran nada. Bueno aquellas bellas madres se imaginaron regalos de algo que tuvieran en casa y que pudiera ser entregado en tal ceremonia. Que tal por lo menos un regalo como una flor o algo similar.
En casa no pensábamos qué hacer. Nunca antes se había celebrado tal día con tal homenaje a la bella madre. Llegó el momento de la entrega de los regalos, y lo que yo recuerdo, es que la gran mayoría de niños le entregaban a sus madres lo que de antemano les habían arreglado.
Todos quedaban bien. Al ver que todos los compañeros de clase les entregaba a su bella madre pero yo, si yo, no se me había ocurrido inventarme un regalo. Me dio lo que con el tiempo me di cuenta que se llamaba vergüenza. Mi bella madre notó que de pronto su querido hijo se había retirado del grupo y con la cabeza gacha secaba sus lágrimas.
¡Tenemos compromisos y debemos cumplirlos, no importa la edad!
Por: Nelson Merchán-Cely
Imagen: El Hispano
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