“Ahora es más difícil conseguir trabajo con las nuevas medidas contra la inmigración”
Dice un recién llegado que todos los días se ubica frente a los grandes supermercados y a obras de construcción para buscar su día a día como jornalero.
A escasos días de iniciar el mes de reconocimiento a la herencia hispana, y después de haberse celebrado un año más del día del trabajo en el país, es importante destacar que aunque sigue aumentando el número de migrantes que llegan, el desempleo en los últimos meses, no cede.
Según el último informe de la Oficina de Estadísticas Laborales, en el país había más de 6,4 millones de personas desempleadas al terminar el mes de agosto.
El interminable debate sobre el impacto que el trabajo informal de los inmigrantes genera en la economía del país, es de nunca terminar.
Por décadas, han asumido millones de vacantes en labores esenciales, que probablemente quedarían sin cubrir, en áreas como la industria manufacturera, los servicios de salud, la construcción, la hospitalidad y la tecnología.
Aunque desde abril pasado, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración, USCIS, anunciaba que seguía aceptando peticiones de permisos de trabajo bajo la asignación de 20 mil visas H-2B reservadas para migrantes procedentes de
El Salvador, Guatemala, Honduras y Haití, el desempleo aumenta en estados con sobrepoblación de inmigrantes como New York o en otros como La Florida, donde las nuevas medidas de control a la inmigración irregular que entraron en vigencia hace dos meses, han generado la deserción de muchos trabajadores agrícolas y de otros sectores.
Si bien la economía informal y el empleo no calificado han hecho y hacen parte de la cultura y dinámica económica de nuestros países, aquí se está generando una desproporción entre la oferta de mano de obra no calificada e irregular que necesita trabajar y la demanda de vacantes que pueden ser ocupadas.
Como dice otro inmigrante. “Apenas obtuve mi permiso de trabajo y conseguí un empleo legal y formal, a los pocos meses, me redujeron las horas y debí volver al rebusque en los días que no tengo trabajo.
Hace muchos años la situación no era tan complicada como ahora, hay mucha gente llegando y por la necesidad trabajan barato”.
Independiente de esta compleja situación de la búsqueda de empleo para quienes recién llegan, debe reconocerse que el impacto del trabajo de los inmigrantes en el país es positivo y transformador desde el punto de vista cultural y económico.
Recientes estudios de organizaciones pro inmigrantes y de la Oficina Nacional de Investigación Económica, revelan que en diversos indicadores como el de calidad de vida, las ciudades con mayor número de inmigrantes, registran a mediano y largo plazo, mejores resultados económicos que aquellas con porcentajes menores de población inmigrante.
Es hora de superar el mito de que los inmigrantes le quitan el trabajo a los nativos o que generan una disminución en los salarios.
La realidad es distinta, tradicionalmente, quienes llegan al país, especialmente procedentes de Latinoamérica, se ocupan en labores distintas a las que hacen los estadounidenses.
Además, las cifras también evidencian que el flujo de inmigrantes atrae inversión y dinamiza la economía no sólo desde el consumo sino también en emprendimiento e innovación.
De acuerdo con registros del Consejo Estadounidense de Inmigración, los inmigrantes procedentes de todas partes del mundo, representan entre el 22 y el 25% de todos los dueños de negocios privados de las grandes ciudades en el país.
En una de las más recientes investigaciones, se concluyó que, de entre más de un millón de nuevas empresas creadas, más de la mitad fueron constituidas por inmigrantes, lo que a la vez genera más empleo.
Mientras llega una reforma migratoria con políticas públicas de acogida que propicien a los inmigrantes más estabilidad y acceso equitativo a la educación, la salud y el empleo, la invitación es a derrotar los estigmas, dejar de excluir y cerrar las puertas a quienes con necesidad llegan en busca de una primera oportunidad para un nuevo comienzo.
Casi nadie emigra por gusto. La estadounidense, sigue siendo una de las economías más sólidas del mundo que ofrece oportunidades de empleo y emprendimiento para todos.
En la medida en que se permite el ingreso, se debe pensar en unas mínimas condiciones para alojar, educar, atender en salud y emplear a quienes ya han pasado por una tragedia para llegar.

Por Omaira Martínez – Periodista colombiana
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