La violencia hoy día parece haberse convertido en la forma de definir y solucionar los conflictos. El diálogo se ha hecho a un lado y donde no prima la razón, prevalece la barbarie y la ira es un denominador común.
Se sabe que cualquier situación puede dar origen a un incidente de mayores proporciones.
Y es precisamente este el caso en el que recientemente nuestra comunidad se ha visto impresionada por el hecho de que un hombre de Stuart disparó mortalmente a una pareja que además eran sus vecinos, por un conflicto “aparentemente sencillo” en el condominio en el que residían, terminando en violencia y tragedia.
El señor Hugh Hootman, de 75 años, residente del Condominio Cedar Points en Stuart, se encontraba enfadado porque recientemente le habrían llamado la atención a su esposa por no haber cerrado la puerta del cuarto de lavado del condominio. La pareja nunca se disculpó con la mujer y esa fué la reacción del hombre ofendido.

El señor Hootman admitió que perdió el control y se dejó llevar por la ira.
La violencia por armas y las enfermedades mentales son problemas de salud pública “que se cruzan en los bordes” pero tienen muy poca superposición. No hay duda de que los sistemas de salud mental de Estados Unidos están sobrecargados, son costosos e inaccesibles para muchos que los necesitan.
De hecho, la enfermedad mental es solo un factor “altamente sin especificar” que puede contribuir a la violencia con armas de fuego.
A cambio de políticas que restrinjan el acceso a las armas basadas únicamente en diagnósticos de enfermedades mentales o porque una persona haya tenido contacto con el sistema judicial o con agencias de servicios de salud debido a enfermedades mentales, la Asociación Estadounidense de Psicología, la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales y otros grupos han hecho un llamado a que los criterios de acceso a armas se basen en indicadores más sutiles de comportamiento potencialmente peligroso.
Para que una revisión de antecedentes funcione se deben incluir otros criterios en las bases de datos como indicadores de agresividad, impulsividad o riesgo de comportamiento, en vez de solamente el historial de salud mental.
“Una historia de comportamiento violento es de lejos un mejor predictor de violencia futura que las enfermedades mentales”.
Decir que la violencia con armas de fuego es problema de salud mental es el chivo expiatorio y estigmatiza a las personas con enfermedades mentales. Después de todo, las enfermedades mentales afectan a millones de adultos en todo el país.
Imagen: El Hispano
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