Las relaciones de Biden y Xi Jiping, entre el apretón de manos el pasado mes de noviembre, y el derribo del globo espía chino, el reciente fin de semana, han pasado pocas semanas, han sucedido varias cosas y ninguna ha sido buena. Una situación complicada entre ambos países que no conviene a nadie. En un contexto internacional especialmente incierto y que no ayuda a mejorar los aires turbulentos económicos, políticos y sociales que se respiran en todo el mundo.
- No es el primer desencuentro entre ambas potencias en los últimos años
- Ambos países luchan por establecer su hegemonía a nivel mundial
- El aplazamiento del viaje de Blinken ha sentado mal en Pekín
Aunque se han producido varios desencuentros entre las dos superpotencias en los últimos años. Este último ha debido ser considerado por la administración Biden como uno de los más graves, ya que ha llevado al secretario de Estado, Antony Blinken, a posponer indefinidamente su visita prevista a Beijing. Se disipa así el compromiso adquirido tras el cálido saludo que mantuvieron, en Bali, los máximos dirigentes de ambos países. Y que incluía la continuación de las conversaciones y mantener buenas relaciones entre los dos paises.
Contexto

De hecho, los contactos entre ambos no solo han quedado interrumpidos las relaciones. Sino que la construcción de la confianza ha quedado dinamitada, tras las poco convincentes explicaciones dadas por el gobierno chino acerca de las razones del vuelo del globo espía, sobre varios estados del país.
Si bien el ministerio de Asuntos Exteriores del gigante asiático insistió en que el dirigible estaba concebido principalmente “para la investigación meteorológica” y que “se desvió mucho de su curso planificado” debido al viento. El Pentágono ha tenido claro que se trataba de una nave de vigilancia. Por ese motivo, Biden dio órdenes al ejército de derribarlo, una vez estuviera sobre el océano Atlántico y a la altura de la costa de Carolina del Sur, sin riesgo ya para la población.
Antecedentes
Sin embargo, no es la primera vez que las relaciones en los últimos años de ambos países entran en conflicto por temas similares. En julio de 2022, el buque de guerra estadounidense Benfold navegó a través del estrecho de Taiwan varias veces, lo que China considera ilegal por su reivindicación de esas aguas como suyas. En 2021, Pekín acuso a Washington de tener un “comportamiento que viola el derecho internacional”. Tras la entrada del buque de guerra estadounidense Curtis Wilbur en territorio marítimo de las islas Paracel, que China reclama como suyo.
Anteriormente, en 2018, el destructor estadounidense de misiles guiados, Decatur, se acercó más de lo recomendable a su homólogo chino en las aguas del Mar de China Meridional ocupadas por Pekín, pero reclamadas por Vietnam, Taiwán y Filipinas. Y en 2016 se produjo la captura de un dron estadounidense, en aguas internacionales. Que se encontraba cerca de un submarino de investigación, según el Pentágono, que recopilaba datos sobre las temperatura y salinidad del agua, a 50 millas de la bahía de Subic, a la altura de Filipinas.
Consecuencias

Todo ello ha generado, a lo largo de este tiempo, unas relaciónes tensas entre dos países que luchan por la hegemonía económica mundial. Pero que difieren en muchos temas, desde su visión de la defensa de los Derechos Humanos a la soberanía de Taiwán. Nada nuevo entre dos potencias que se vigilan de cerca porque ambas se necesitan más de lo que las gustaría.
La colaboración en la lucha climática, la dependencia de ciertas materias para la producción nacional. Las alianzas estratégicas para limitar el poder de Rusia son temas fundamentales y las relaciones a los que ninguno de los dos países puede renunciar. Especialmente Washington, que ve cómo su poderío va perdiendo fuerza en beneficio de Pekín.
A nivel interno
Algo que no ha pasado desapercibido en el Partido Republicano, que se ha apresurado a pedir responsabilidades a Biden por medio de Chuck Schumer, líder de las filas conservadoras en el Senado. Quien anunció que el 15 de febrero se llevará a cabo una sesión informativa sobre China, con el objetivo de depurar responsabilidades.
Por su parte, el ministerio de Asuntos Exteriores chino ha reaccionado de forma contundente a la destrucción del globo por parte de Estados Unidos. Calificándola de “reacción exagerada” que “ha impactado y dañando los progresos de ambas partes en la estabilización de las relaciones entre ambos países. Desde la reunión de Bali”, según palabras de Xie Feng, viceministro de Exteriores.
Imagen: La Republica
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